lunes, 23 de mayo de 2016

Batalla de Ceriñola (1503)

La batalla de Ceriñola (28 de abril de 1503) fue un enfrentamiento bélico ocurrido entre las tropas francesas y españolas, con victoria de estas últimas, durante la segunda guerra de Nápoles. Ceriñola marca el inicio de la hegemonía que España impuso en los campos de batalla europeos hasta la derrota de Rocroi en 1643.

Antecedentes.

Tras la inesperada ruptura por parte de los franceses del Tratado de Granada, por el que el Reino de Nápoles quedaba repartido entre España y Francia, el duque de Nemours forzó a las huestes del Gran Capitán a batirse en retirada y refugiarse en la ciudad de Barletta, en 1502. La espera de refuerzos, las tropas españolas se dedicaron a practicar salidas nocturnas y emboscadas contra los franceses. Finalmente, tras la victoria de la escuadra española del almirante Juan Lezcano sobre la francesa del almirante Prijan en la batalla de Otranto, el Gran Capitán pudo reforzarse con lansquenetes alemanes, con los cuales se lanzó a la ofensiva en la primavera de 1503. El ejército español logró alcanzar la pequeña villa de Ceriñola con tiempo suficiente para preparar cuidadosamente la defensa ante el inminente ataque francés. Cuando finalmente las tropas del duque de Nemours se aproximaron a Ceriñola, el Gran Capitán ya había preparado la defensa y definido una estrategia.

El 28 de abril de 1503 tuvo lugar la batalla. Como se ha dicho anteriormente, mandaba a los franceses, fundamentalmente caballería pesada y piqueros suizos, Luis de Armagnacconde de Guisaduque de Nemours y virrey de Nápoles (desde 1501), y a los españoles Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado el Gran Capitán.

Ejercito Español.

Las fuerzas españolas estaban formadas mayoritariamente por infantería, compuesta por arcabucerosballesteroscoseletes, y piqueros. En cuanto a la caballería, ésta era llamativamente escasa en comparación con otros ejércitos, y estaba formada por caballería ligera y caballería pesada. La artillería disponible constaba de unas 13 piezas dispuestas en una pequeña colina que se elevaba tras el foso y el talud (formado a su vez por la tierra extraída al cavar el foso) que protegían Ceriñola.

Ejercito Francés.

Las fuerzas francesas seguían manteniendo un concepto de batalla casi feudal, con preponderancia de las cargas de caballería pesada, y con un alto número de mercenarios (en este caso suizos), pero, al mismo tiempo, contaban con más artillería que los españoles. Esta paradoja sería constante en la primera mitad del siglo XVI en todos los ejércitos franceses.
* LA BATALLA. 


Una de las características más sorprendentes de la batalla, fue la extrema rapidez con la que se desarrolló. Desde la primera carga francesa hasta la rendición, apenas transcurrió una hora.

El Gran Capitán, conocedor del entusiasmo de los franceses por las cargas de caballería, ideó una estratagema que consistía en provocar una carga y atraer la caballería francesa hasta el alcance de la artillería y los arcabuceros españoles, para infligir desde el primer momento el mayor daño posible al enemigo con el mínimo coste. De este modo, cuando la tarde empezaba a caer, la caballería española salió a campo abierto y simuló una carga contra los franceses.

Tras una breve escaramuza, los españoles fingieron la retirada, perseguidos por la caballería pesada francesa, que antes de llegar al foso y el talud, se encontró inesperadamente con las trincheras de vanguardia en las que se agazapaba parte de los arcabuceros, que inmediatamente abrieron fuego, al igual que hizo la artillería. Esto provocó un retroceso momentáneo de la caballería francesa, que se lanzó entonces en paralelo al talud y hacia la izquierda, tratando de buscar una vía de entrada a los parapetos del flanco derecho español. Durante este recorrido, la caballería francesa fue destrozada por el fuego de los arcabuceros españoles, muriendo en ese momento el duque de Nemours que fue alcanzado por 3 disparos.

Todo el ejército francés se lanzó entonces a la batalla, emplazando su artillería en vanguardia de la infantería, y disponiéndose los 3 grandes bloques restantes en posición diagonal con respecto al foso y al talud que protegían a las tropas españolas.

En plena batalla, la artillería española quedó inutilizada al explotar accidentalmente toda la pólvora. El Gran Capitán, testigo del desastre de su artillería arengó inmediatamente a sus tropas diciendo ¡Ánimo! ¡Estas son las luminarias de la victoria!¡En campo fortificado no necesitamos cañones!
La infantería francesa entabló combate entonces con las tropas españolas, pero fueron diezmados por el fuego incesante de los arcabuceros. El jefe de los piqueros suizos, Chadieu, cayó también muerto. Cuando la proximidad de la infantería francesa fue demasiado peligrosa para los arcabuceros, el general español les ordenó retirarse a la vez que ordenaba avanzar a los piqueros alemanes, que se enfrentaron en combate cerrado a los suizos y gascones, rechazándolos finalmente.

Por último, y ante el desastre francés, el Gran Capitán ordenó a todas sus tropas abandonar las posiciones defensivas y lanzarse al ataque. La infantería francesa fue rodeada entonces por los ballesteros, arcabuceros, coseletes y por la caballería pesada española, sufriendo un gran número de bajas. La caballería ligera española se lanzó a su vez contra la caballería ligera francesa, al mando de Yves d'Allegre, que se vio obligado a huir. Ante esta circunstancia, la caballería ligera española también cargó contra la infantería francesa. Las tropas francesas ante el tremendo castigo que estaban sufriendo acabaron por rendirse.

Durante la batalla, los arcabuceros españoles efectuaron un total de unos 4.000 disparos.

CONSECUENCIAS

La derrota francesa en Ceriñola, junto con la batalla de Seminara ocurrida la semana anterior, en la que las tropas españolas de Fernando de Andrade y Hugo de Cardona vencieron al ejército francés de d'Aubigny en Calabria, supuso un giro a la situación de la guerra en Nápoles: a partir de este momento serían las fuerzas españolas quienes tomaran la iniciativa en el transcurso de la guerra, haciendo retroceder a los franceses hacia el norte. Desde el punto de vista militar supuso una revolución en las tácticas de batalla, y sembraría algunas de las bases de la guerra moderna. A pesar de que hasta entonces los ejércitos españoles, al igual que los de otras potencias europeas, estaban basados en el uso masivo de la caballería, herencia de las guerras de la Reconquista, esta nueva infantería estaba estructurada en unidades creadas por el Gran Capitán y llamadas coronelías, las cuales, una vez probada su gran eficacia en batalla, serían la semilla de los célebres tercios españoles durante las décadas siguientes.

Ceriñola marca el inicio de la era de la infantería, que se mantendría como la fuerza preponderante en cualquier ejército de Europa durante más de 4 siglos, hasta bien entrada la Primera Guerra Mundial.



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